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lunes, 19 de noviembre de 2012

Revolución Mexicana, ejemplo de esfuerzo colectivo

• Transformó al país, al establecer una nueva legislación para crear instituciones y promover cultura política, con profundas repercusiones económicas y sociales, afirmó Felipe Arturo Ávila Espinosa, del IIH de la UNAM

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A 102 años de distancia, la Revolución Mexicana constituye una gran lección de cómo puede transformarse un país a partir de la participación popular, el compromiso y la organización. Representa un ejemplo del esfuerzo colectivo encauzado a mejorar las condiciones de vida de la población, aseguró Felipe Arturo Ávila Espinosa, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM.
El movimiento armado es un ejemplo de que si hombres y mujeres, campesinos, trabajadores, jóvenes e indígenas deciden tomar en sus manos su destino, son capaces de modificar las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales de una nación. Hay que valorarlo y continuar con el aprendizaje del acontecimiento.
 Transformó a México, al establecer una nueva legislación para crear diversas instituciones. Modificó el modelo de desarrollo económico, basado en la gran propiedad, al entregar tierras a los campesinos, una modificación fundamental, ejemplificó.

Con la reforma agraria impulsada en las seis décadas posteriores a la Revolución, se entregó la mitad del territorio nacional a comuneros y ejidatarios.

Recordó que antes de 1910, las personas laboraban hasta 16 horas, sin seguridad social, descanso semanal o vacaciones, en condiciones deplorables y sin leyes que garantizaran su integridad y salud.
Con la movilización obrera, campesina y popular, se establecieron el artículo constitucional 123 y la Ley Federal del Trabajo, considerados los más adelantados de su época, hasta la fecha, expuso.
 Asimismo, “de construyó un Estado denominado de bienestar social, que reconoció su papel como garante del cumplimiento de los derechos de los trabajadores. No significó una concesión, fue el resultado de las exigencias y la lucha populares”.
El historiador indicó que la seguridad social garantizó jornadas mínimas, organización y contratos colectivos, descanso obligatorio, incapacidad por accidentes laborales, gravidez o enfermedad; acceso a los servicios de salud, estancias infantiles, pensiones para el retiro, entre otras prestaciones.
Desde hace tres décadas, ese esquema es desmantelado en todo el mundo. Para el modelo económico imperante, los derechos laborales representan un obstáculo para la acumulación y concentración de la riqueza. Existe una ofensiva, sistemática y profunda, para eliminar el régimen de bienestar construido durante el siglo XX, sostuvo.

Visión mítica

El galardonado con el Premio Salvador Azuela, que otorga el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, expuso que durante el siglo XX se construyó en México una visión mítica del levantamiento armado, que lo consideraba un proceso lineal, unificado, donde los caudillos, jefes militares y líderes compartieron el mismo proyecto, unidos en un esfuerzo colectivo.
 “Se creó una ideología oficial de la revolución, que no correspondía a la realidad. Era una perspectiva simplista, que integraba tanto a los fundadores del Partido Liberal Mexicano, como a los titulares del Poder Ejecutivo”.
Durante casi dos décadas, distintos proyectos se confrontaron por el poder y la política fue sustituida por las balas. Emiliano Zapata, quien llamó a derrocar a Francisco I. Madero, fue asesinado por el ejército de Venustiano Carranza; Francisco Villa fue abatido por la milicia de Plutarco Elías Calles, de quien aún se discute su intervención en el atentado para terminar con la vida de Álvaro Obregón, relató.
Es necesario desterrar la visión mítica, lineal, unificada y romántica, pero falsa, de la Revolución Mexicana. En lo que representa una decisión acertada, los libros de texto en circulación ya no la integran en sus contenidos, al acudir a expertos en el tema para su elaboración.

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