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lunes, 31 de diciembre de 2012

La cultura se convierte en un lujo

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El diario sueco Svenska Dagbladet ha decidido aligerar sus páginas literarias y desarrollar una sección de estilo de vida. Este concepto se ha ideado para captar a más lectores, pero marca el empobrecimiento de la prensa, como denuncia uno de los críticos que ha sido despedido por este motivo.
Lars Lönnroth

El 6 de noviembre de 2012, el día del aniversario de la Batalla de Lützen [en la que los suecos protestantes obtuvieron la victoria pírrica sobre los Habsburgo católicos en 1632, durante la Guerra de los Treinta Años], el nuevo responsable de las páginas culturales del Svenska Dagbladet, Martin Jönsson, y la nueva responsable de la sección literaria, Lina Kalmteg, nos enviaron una carta a mí y a varios colaboradores de las páginas culturales del diario, entre los que se encontraban los más conocidos y experimentados.

En la carta nos informaban de que el diario a partir de entonces prescindiría de nuestras críticas literarias, pues nos encontrábamos en los albores de una nueva era y el número de periodistas culturales freelance era excesivo. La sección cultural deseaba "formar un grupo reducido con el que iba a trabajar, para cubrir la actualidad literaria de un modo un tanto distinto".

Lo que había ocurrido era que, por cuestiones de ahorro, la dirección del diario había decidido revisar a la baja el presupuesto destinado a las críticas literarias y centrar las páginas culturales en el "estilo de vida", los medios de comunicación y otros contenidos más ligeros.
Una "lucha de clases"

El despido de los colaboradores culturales del Svenska Dagbladet no es un caso aislado, sino que es una consecuencia extendida de la crisis internacional de la prensa. Para hacer frente a la competencia de la prensa en Internet y otros medios virtuales, los directores de los diarios se sienten obligados, aunque apenas tengan justificación, a revisar a la baja sus ambiciones intelectuales con el fin de llegar a un mayor público.

Como resultado, despiden o marginan a los colaboradores culturales, y los sustituyen por periodistas que esperan que "periodiquicen", o incluso "metrifiquen", los contenidos culturales en forma de reportajes de estilo de vida y otros documentos mascados previamente para que se puedan engullir sin problemas en el autobús o en el metro. El fenómeno que afecta ahora al Svenska Dagbladet hace tiempo lo sufren el Dagens Nyheter, el Göteborgs-Posten y otras publicaciones de todo el mundo.

Al mismo tiempo, lo que se ha producido se puede considerar como la fase final de una larga "lucha de clases" entre dos categorías de colaboradores de la prensa diaria. Una la componen los periodistas con titulación universitaria que se han formado en las redacciones de los telediarios y en revistas de reportajes de la esfera mediática, históricamente una "clase inferior", que ha asumido ahora el poder de las páginas culturales. La otra categoría la integran colaboradores culturales que se han formado en el ámbito universitario o en el parnaso literario, históricamente una "clase superior", que en cambio va camino de ser excluida de la prensa diaria.
Economía a corto plazo

El verdadero declive de las páginas culturales comenzó realmente alrededor del año 2000 y luego se fue imponiendo más o menos siguiendo el mismo modus operandi en todos los grandes diarios, cuando los lectores comenzaron a anular sus suscripciones a los diarios en papel para leerlos gratuitamente en formato electrónico en Internet. Durante mucho tiempo, las páginas culturales del Svenska Dagbladet se mantuvieron inmunes, a pesar de la precariedad financiera del diario, sobre todo gracias a fieles colaboradores y a lectores procedentes de la burguesía cultivada que también mantenían su fidelidad.

Pero el nuevo propietario del diario, [el grupo noruego] Schibsted, pronto exigió recortes drásticos y un cambio de rumbo. Mats Svegfors y Peter Luthersson, dos intelectuales del diario que ocupaban puestos de responsabilidad, renunciaron y les sustituyeron por personas más orientadas hacia el márketing, procedentes del entorno del periodismo.

¿Cuáles serán las consecuencias de estos cambios en las suscripciones? Un periodista joven, freelance y motivado no cuesta mucho dinero y es posible ahorrar a corto plazo, incluso captar a algún lector de aquí y de allá, dentro la joven generación que, esperemos, aprecie la nueva línea editorial del diario, centrada en el "estilo de vida", y que por lo tanto conceda importancia a la moda, la decoración, los viajes, el ocio y los grandes éxitos literarios.
Una victoria pírrica

Pero al mismo tiempo, se trata de una elección arriesgada, porque la burguesía instruida, que constituye hasta ahora un público fiel, empieza a anular las suscripciones. También es muy probable que la mayoría de los jóvenes amantes de las secciones de "estilo de vida" dejen ahora los periódicos en papel definitivamente para buscar la información que desean en la prensa en Internet y otros medios electrónicos. El proceso se encuentra ya muy avanzado. Por otro lado, los lectores exigentes del entorno universitario se volverán hacia las revistas intelectuales.

Los periodistas culturales reputados deberían salir adelante, aunque los diarios como Dagens Nyheter o Svenska Dagbladet ya no cuenten con los medios para pagarles sus artículos al precio justo. Algunos de ellos ya han iniciado sus propios blogs o sitios web con los que poder llegar a sus lectores. A largo plazo, sin duda podrán también asegurarse unos ingresos decentes, trabajando para el entorno universitario, las fundaciones culturales y las editoriales con ambición cultural.

Por lo tanto, el dominio de los periodistas de la prensa diaria en las páginas culturales se saldará sin duda con una victoria pírrica. Estos periodistas, junto a los jóvenes periodistas freelance, serán la principales víctimas del paro y no los críticos literarios curtidos y los demás colaboradores que representan "valores seguros" en el universo de la cultura.

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